David Hernández Sevillano


Nací en Segovia el 13 de Enero de 1977. 
Casado.
Licenciado en el INEF de Madrid en el año 2002.
Desde 2005 resido en Vegafría, un pequeño pueblo de la provincia de Segovia, donde compagino mi creación poética con mi actividad profesional en el turismo rural.
Poemarios publicados:
“El peso que nos une” (Hiperión, 2010) XXV Premio de Poesía Hiperión  2010
“Razones de más” (Devenir, 2009) Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández 2009 (Fundación Cultural Miguel Hernández)
Diversas colaboraciones y publicaciones en revistas literarias (Piedra del Molino, Campos de pluma, Luces y sombras) 

PIÑA DE LUMBRE

El fuego laborioso hace de oro
sus escamas tupidas, y ya es
una rosa de ascua.
La socavan las llamas impacientes,
la acometen sus lenguas codiciosas,
y cede aquí, de su tesoro, espléndida,
un pétalo de plata.
Se deshoja despacio,
se va abriendo con tiempo
a esa primavera de su quiebra.
Y cuando se diría
que fuese a derrumbarse, porque cruje
la prieta arquitectura,
sobrelleva el embate, aunque ya es
una rosa apurada.
Luego un pequeño toque bastará.
Una lengua muy fina hallará paso
hasta su recoveco,
y, apenas con soplar, romperá el sello
de su cámara íntima. Y entonces
se desmoronará de golpe, súbita,
la estructura completa. Pero ve
cómo resiste aún la vieja ruina,
ese abrasado corazón, tan tuyo,
porque es ceniza, y arde.
Miguel Ángel Velasco (La miel salvaje) 

PUEBLO CASTELLANO

La torre de la iglesia como el mástil
erguido de un velero
despuntaba en un mar de sementeras.
A su abrigaño el pueblo sesteaba.
Enfermaron de frío las palabras
y los sueños. Sólo de alguna débil,
escasa chimenea ascendía
un reguero de humo perezoso
como un recuerdo lento.

Ella reconoció
el roce de febrero en los pulmones.
Llegó de abotonar
los surcos de un pasado fronterizo.
Con sus pasos azules
zigzagueó las calles polvorientas,
se sentó junto al tronco de la olma
y acarició la tierra con sus manos.

No sé qué pasa con el sol de invierno
que abre zanjas de risa en el vacío
y le pone corchetes al silencio.

Un viento suplicante, igual que una
torpe interrogación, serpenteaba,

¿qué quedará de ti cuando hayan vuelto
a sus escaramuzas los vencejos?

Silva el agua lejana de la acequia.
En su lecho de musgo el pueblo duerme.
Ella lo ve y sonríe,
como en todas las cosas de la vida
a fuerza de pasar el tiempo tuvo
una vaga intuición:
que el mundo no terminará en nosotros.

Ella cerró los labios
para que el sueño todo le cupiera.
David Hernández Sevillano

1 comentario:

  1. !Hola! Soy portugués y he comprado tu libro "El peso..." en la feria del libro de Madrid. Yo mismo, apesar del castellano no ser mí lengua materna, escribi un libro que ha sido presentado viernes, en Madrid, y qué se llama "Los árboles de la vida". Me gustó mucho la tuya manera de escribir, y quería saber como poso adquirir lo que pienso ser el otro libro que publicaste. El mío ha sido hecho por la editora Opera Prima y estará en las Casa del Libro aún que en la internet.
    Abrazos portugueses
    Mário Cordeiro
    (soy profesor de pediatría en Lisboa)

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