Mostrando entradas con la etiqueta San Juan de la Cruz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San Juan de la Cruz. Mostrar todas las entradas

Carlos Aganzo

Nació en Madrid en 1963. Es autor de los poemarios Ese lado violeta de las cosas (1998), Manantiales (2002), Como si yo existiera (2004), La hora de los juncos (2006), Caídos Ángeles (2008), Las voces encendidas (2010) y Las flautas de los bárbaros (2012); del ensayo biográfico Jorge Pardo. Improvisaciones ( 2000); del libro de viajes Rutas por las Juderías de España ( 2008) y de las guías de la serie "Ciudades con Encanto" Ávila (2004), Toledo (2006), Segovia (2007), Tarragona (2008), Girona (2009), Lugo (2009), Soria (2009) y Pontevedra (2010). Sus trabajos han merecido distinciones como el Jaime Gil de Biedma (2010) o el Universidad de León de Poesía (2012). Es coordinador literario de Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz y pertenece a la Academia de Poesía de Fontiveros. Como periodista ha sido jefe de Cultura y subdirector del diario "Ya", director de la revista cinematográfica "Interfilms" y de los rotativos "La Voz de Huelva" y "Diario de Ávila". Actualmente es director de "El Norte de Castilla".


LA NOCHE

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada.
Amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
San Juan de la Cruz

NOCTURNO SOBRE EL ADAJA
El autor responde a San Juan de la Cruz 

En una noche oscura
no se debe mirar de frente a las estrellas
pues su luz fácilmente nos confunde
y nos lleva hacia extrañas geografías
que no son de interior.

En una noche oscura
la ciudad queda arriba y encerrada,
descalza y temblorosa,
y no sabe de mí, no sabe que voy preso,
acusado de amor y condenado.

¡Qué poco importa todo
cuando se ha visto el sol, cuando se sabe
que no hay cárcel de amor donde no alcancen
el aroma febril de la azucena
o el canto libertario de los lirios!

Pues todo importa nada
cuando hay sendas secretas
que abandonan el cuerpo
y salen a la noche
y dejan el corazón flotando en el silencio...

En una noche oscura
están las espadañas tiritando
y la lengua del río sube teso arriba
llamándome por tu nombre.

Exhausto quedó el cuerpo;
doblado lo dejé sobre la almohada.
Carlos Aganzo

Feliciano Ituero Bravo



Nació en Abades en 1952. Maestro de Educación Especial, folclorista, dulzainero, guitarrista, componedor de coplas y pregonero. Ha formado parte de varios grupos musicales (Tuna de Magisterio; Ronda Segoviana; Salva y Feliciano; Dúo Resurcos…) Ha realizado las transcripciones musicales de varios libros de folclore segoviano, “Agapito, pito, pito”, ”Repertorio Infantil ” y “La Jota” en colaboración con Claudia de Santos, Ignacio Sanz y Luís Domingo y con Isidoro Tejero Cobos “El Cancionero Popular Segoviano” y “Costumbres Segovianas”. Ha creado la banda sonora de varios documentales del escritor y realizador Miguel A. Benito del Pozo. Es autor de los CDs. y libros “ De la Tierra: Canciones y Romances…” y “Canciones y Danzas para los más niños”. Preside la Asociación Cultural “Resurcos” dedicada al estudio y divulgación del folclore segoviano.

La Noria

La tarde caía
triste y polvorienta.
El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
Soñaba la mula
¡pobre mula vieja!,
al compás de sombra
que en el agua suena.
La tarde caía
triste y polvorienta.
Yo no sé qué noble,
divino poeta,
unió a la amargura
de la eterna rueda
la dulce armonía
del agua que sueña,
y vendó tus ojos,
¡pobre mula vieja!...
Mas sé que fue un noble,
divino poeta,
corazón maduro
de sombra y de ciencia.
Antonio Machado  
El Pastorcico

Un pastorcico solo está penando
Ajeno de placer y de contento
Y en su pastora puesto el pensamiento
Y el pecho del amor muy lastimado.

No llora por haberle amor llagado
Que no le pena verse así afligido
Aunque en el corazón está herido
Mas llora por pensar que está olvidado.

Que sólo de pensar que está olvidado
De su bella pastora con gran pena
Se deja maltratar en tierra ajena
El pecho del amor muy lastimado.

Y dice el pastorcico: "¡Ay desdichado
De aquel que de mi amor ha hecho ausencia
Y no quiere gozar la mi presencia
Y el pecho por su amor muy lastimado!"

Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos
Y muerto se ha quedado asido de ellos
Del pecho del amor muy lastimado.
San Juan de la Cruz

Romance del milagro de San Marcos y el león

En el día de San Marcos,
un gran suceso ocurrió,
cuando un grandioso circo
en Segovia se instaló.

Entre las fieras del circo
sobresalía un león,
que daba miedo el verlo
por su aspecto tan feroz.

En esa tarde se abril,
en medio de la función,
de una forma increible
el animal se escapó.

Y corriendo endiablado
hasta el Clamores llegó,
y dejó patidifusos
a todos los que encontró.

Hasta que atisbó una cueva
que al final del valle halló
y metiéndose en ella
la fiera se refugió.

El bullicio de la fiesta
que al poco rato empezó,
los cohetes y campanas
asustaron al león.

Llevaban al Santo en andas
con alegre devoción,
al bailar jotas y danzas
con dulzaina y con tambor.

Al presentarse rugiendo
en medio la procesión,
se montó la desbandada
corriendo con gran pavor.

Solamente se quedaron
al alcance del león,
una abuela con su nieto
y la imagen del Patrón.

Y cuando todos temían
que ocurriera lo peor,
desde el interior del Santo
una voz fuerte sonó.

-¡Tente fiera! ¡Tente! ¡Tente!
Y aquel terrible león
al oír esas palabras
en manso se convirtió.

Como si fuera un cordero
se lo llevó el domador;
todo el barrio admirado
entonó cantos de honor.

¡Qué viva siempre San Marcos
nuestro Bendito Patrón,
que nos ha librado a todos
de las garras del león!

Aquí termina el relato
del milagro que ocurrió
en la ciudad de Segovia
con San Marcos y el león.
Texto y música de Feliciano Ituero

José Manuel Guitián Rivas


Nace en Peñacastillo (Cantabria) el 12 de enero de 1964. Es licenciado en Ciencias Químicas, ejerciendo de profesor de Física y Química en el Instituto de Enseñanza Secundaria Hoces del Duratón, en Cantalejo –Segovia-. Desde épocas estudiantiles sintió gran afición por la guitarra, que se convirtió para siempre en una fiel compañera de viaje, junto a la cual le ha gustado siempre cantar la poesía de los más grandes autores y de otros no tan reconocidos de nuestra literatura. Su estilo musical se asemeja bastante al de Paco Ibáñez y es, además, un ferviente admirador del cantautor Joaquín Sabina cuyos temas canta con gran pasión con el que no comparte en cambio sus gustos futbolísticos, ya que éste siente inmensa debilidad por el Real Madrid. Ha puesto música a algunos poemas de autores locales, como Guillermo Plaza. En el recorrido poético del día 31 de marzo va a interpretar El pastorcico, de San Juan de la Cruz, y La poesía es un arma cargada de futuro, de Gabriel Celaya. La primera tiene su razón como homenaje al gran San Juan de la Cruz, que es, sin duda, el epicentro de este acto. La segunda goza de gran actualidad, ya que en estos tiempos no está por demás una poesía que, aparte de ser bella, aporte compromiso con el mundo hostil y deprimente que rodea al poeta.



El pastorcito

Un pastorcico solo está penando,
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.

No llora por haberle amor llagado,
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está herido;
mas llora por pensar que está olvidado.

Que sólo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
el pecho del amor muy lastimado.

Y dice el Pastorcico: ¡Ay, desdichado
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia,
y no quiere gozar la mi presencia,
y el pecho por su amor muy lastimado!

Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
sobre un árbol do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado asido dellos,
el pecho del amor muy lastimado.
San Juan de la Cruz

La poesia es un arma cargada de futuro
(De "Cantos iberos", 1955)
 Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.
Gabriel Celaya

Tomás Néstor Martínez Álvarez y David Sanz Estévez


Tomás Néstor Martínez es profesor de Lengua y Literatura castellana en el IES "Álvaro Yáñez", Bembibre (León). Coordinada los ciclos literarios Tardes de Autor, Poesía a orillas del Órbigo, En otoño, narradores; participa en Versos en el hayedo de Busmayor así como en el ciclo Diálogos con Gerión. Viajero incansable, tiene posada en cualquiera de los cuatro puntos cardinales de un país cualquiera. Ha impartido clases en Suiza y realizado estudios en Berlín. Sus amigos dicen que escribe; algo de cierto debe haber en ello. Dirige desde hace años el programa radiofónico semanal de animación a la lectura ¡¡Estírate!! ¡¡Coge un libro!!. Siempre ha confiado en el valor de la palabra como medio de acercamiento entre pueblos y en la educación como único médio de salvación del ser humano. 



David Sanz nace en Valladolid, ciudad en la que realiza los estudios de Violonchelo en el Conservatorio Profesional, y la Licenciatura de Historia y Ciencias de la Música. Es integrante de la Joven Orquesta de esta Universidad durante seis años. Posteriormente, obtiene el título de Viola da Gamba en el Conservatorio Profesional de Salamanca. Desde 2011, es integrante del Grupo de Música Antigua de la Universidad de Valladolid. Actualmente tiene su plaza en el Instituto de La Adrada (Ávila) en la especialidad de Música.

Ambos interpretarán el:


Cántico espiritual de San Juan de la Cruz

Canciones entre el alma y el esposo Esposa: ¿Adónde te escondiste, amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti, clamando, y eras ido. 5 Pastores, los que fuerdes allá, por las majadas, al otero, si por ventura vierdes aquél que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero. 10 Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras. 15 (Pregunta a las Criaturas) ¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado! 20 (Respuesta de las Criaturas) Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura. 25 Esposa: ¡Ay, quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero; no quieras enviarme de hoy más ya mensajero, que no saben decirme lo que quiero. 30 Y todos cantos vagan, de ti me van mil gracias refiriendo. Y todos más me llagan, y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo. 35 Mas ¿cómo perseveras, oh vida, no viviendo donde vives, y haciendo, porque mueras, las flechas que recibes, de lo que del amado en ti concibes? 40 ¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? Y pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste, y no tomas el robo que robaste? 45 Apaga mis enojos, pues que ninguno basta a deshacellos, y véante mis ojos, pues eres lumbre dellos, y sólo para ti quiero tenellos. 50 ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados, formases de repente los ojos deseados, que tengo en mis entrañas dibujados! 55 ¡Apártalos, amado, que voy de vuelo! Esposo: Vuélvete, paloma, que el ciervo vulnerado por el otero asoma, al aire de tu vuelo, y fresco toma. 60 Esposa: ¡Mi amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos; 65 la noche sosegada, en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora; 70 nuestro lecho florido, de cuevas de leones enlazado, en púrpura tendido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado! 75 A zaga de tu huella, las jóvenes discurran al camino; al toque de centella, al adobado vino, emisiones de bálsamo divino. 80 En la interior bodega de mi amado bebí, y cuando salía, por toda aquesta vega, ya cosa no sabía y el ganado perdí que antes seguía. 85 Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa, y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa; allí le prometí de ser su esposa. 90 Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal, en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio. 95 Pues ya si en el ejido de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido; que andando enamorada, me hice perdidiza, y fui ganada. 100 De flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas, haremos las guirnaldas en tu amor florecidas, y en un cabello mío entretejidas: 105 en sólo aquel cabello que en mi cuello volar consideraste; mirástele en mi cuello, y en él preso quedaste, y en uno de mis ojos te llagaste. 110 Cuando tú me mirabas, tu gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían. 115 No quieras despreciarme, que si color moreno en mí hallaste, ya bien puedes mirarme, después que me miraste, que gracia y hermosura en mí dejaste. 120 Cogednos las raposas, que está ya florecida nuestra viña, en tanto que de rosas hacemos una piña, y no parezca nadie en la montiña. 125 Deténte, cierzo muerto; ven, austro, que recuerdas los amores, aspira por mi huerto, y corran sus olores, y pacerá el amado entre las flores. 130 Esposo: Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobres los dulces brazos del amado. 135 Debajo del manzano, allí conmigo fuiste desposada, allí te di al mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada. 140 O vos, aves ligeras, leones, ciervos, gamos saltadores, montes, valles, riberas, aguas, aires, ardores y miedos de las noches veladores, 145 por las amenas liras y canto de serenas os conjuro que cesen vuestras iras y no toquéis al muro, porque la esposa duerma más seguro. 150 Esposa: Oh ninfas de Judea, en tanto que en las flores y rosales el ámbar perfumea, morá en los arrabales, y no queráis tocar nuestros umbrales. 155 Escóndete, carillo, y mira con tu haz a las montañas, y no quieras decillo; mas mira las compañas de la que va por ínsulas extrañas. 160 Esposo: La blanca palomica al arca con el ramo se ha tornado, y ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado. 165 En soledad vivía, y en soledad he puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido. 170 Esposa: Gocémonos, amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte o al collado do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura. 175 Y luego a las subidas cavernas de la piedra nos iremos, que están bien escondidas, y allí nos entraremos, y el mosto de granadas gustaremos. 180 Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, y luego me darías allí tú, vida mía, aquello que me diste el otro día: 185 el aspirar del aire, el canto de la dulce filomena, el soto y su donaire, en la noche serena con llama que consume y no da pena; 190 que nadie lo miraba, Aminadab tampoco parecía, y el cerco sosegaba, y la caballería a vista de las aguas descendía. 195
             Fray Juan de la Cruz  (1542-1591)